Se nota en este caso una clara mejoría con respecto a las dos actuaciones previas que hemos comentado. El escenario es discreto y la letra de la canción no es ramplona ni cursi. La cantante mexicana aparece en el escenario tal y como ella es: sin mixtificaciones inclasificables. La coreografía está bien. La única pega es la excesiva sobreactuación de los bailarines que parecen demasiado gays.
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